
En St. Gabriel’s creemos que las fábulas no solo entretienen — también enseñan valores que inspiran a grandes y pequeños. Por eso, esta semana, Gabrielle nos trae una de las historias más conocidas del mundo: La tortuga y la liebre, una fábula que nos recuerda que la constancia y la paciencia valen más que la velocidad. Ideal para estudiantes de español de nivel A1/A2.
🎧 Escucha la fábula
📝 Transcripción
Apertura oficial de Gabrielle:
Los cuentos no son solo para niños. Siempre han enseñado a vivir, a soñar y a tener esperanza. Hola, soy Gabrielle, la voz de St. Gabriel’s, tu amiga de los cuentos e historias. Hoy lo comparto contigo en español, para quienes lo aprenden y para quienes lo disfrutan desde siempre. Escucha… este cuento también tiene algo para ti.
La tortuga y la liebre
En un bosque muy bonito vivían muchos animales. Entre ellos, una liebre muy rápida y una tortuga muy tranquila.
La liebre siempre corría por los caminos y decía a todos:
—¡Soy la más rápida del bosque! Nadie puede ganarme.
Los otros animales se reían, pero la tortuga solo sonreía.
Un día, la liebre se acercó a ella y dijo:
—Eres tan lenta que puedo dar tres vueltas antes de que tú llegues a la meta.
La tortuga respondió con calma:
—Quizás soy lenta, pero no me detengo nunca. Te propongo una carrera.
La liebre se rió:
—¿Una carrera tú y yo? ¡Qué idea tan divertida!
Pero todos los animales escucharon y dijeron:
—¡Sí, sí, una carrera! ¡Queremos verla!
Al día siguiente, la tortuga y la liebre se prepararon. El zorro, muy serio, marcó la salida y gritó:
—¡Uno, dos… y tres!
La liebre salió corriendo muy rápido. En poco tiempo, la tortuga quedó muy atrás.
—Esto es fácil —pensó la liebre—. Tengo tiempo para descansar.
Vio un árbol con sombra, se tumbó en el suelo y dijo:
—Voy a dormir un poco. Cuando despierte, la tortuga aún estará lejos.
Mientras tanto, la tortuga seguía caminando despacio, paso a paso, sin parar. El sol brillaba, los pájaros cantaban y la tortuga avanzaba tranquila. Los animales del bosque la miraban y animaban:
—¡Vamos, tortuga! ¡Tú puedes!
Pasó el tiempo y la tortuga ya estaba muy cerca de la meta. De pronto, la liebre abrió los ojos, se levantó rápido y vio algo increíble: ¡la tortuga estaba casi en la línea final!
La liebre corrió lo más rápido que pudo, pero la tortuga cruzó la meta primero. Todos los animales gritaron:
—¡Bravo, tortuga! ¡Has ganado!
La tortuga sonrió y dijo:
—No importa ser el más rápido. Lo importante es no rendirse.
La liebre bajó la cabeza y dijo:
—Tienes razón. Hoy he aprendido algo nuevo.
Y desde ese día, la liebre y la tortuga fueron buenas amigas.
Aquí termina el cuento… pero la magia del español continúa en St. Gabriel’s.
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